La publicación de un trabajo implica una serie de elecciones, una de ellas, y las más importante, es la selección de la revista. Normalmente suele hacerse considerando el ámbito del estudio, el campo del saber y la calidad del trabajo. Con frecuencia, hay otro tipo de circunstancias, menos científicas, derivadas de las presiones académicas y de la “necesidad” de conseguir un número determinado de publicaciones de primer nivel. Lo importante es no perder el sentido de lo que implica el estudio realizado y lo que significa publicar. Lo primero no debe condicionarse por lo segundo. No se investiga para publicar en una determinada revista. Eso iría en contra de lo que significa hacer ciencia. Si bien, a menudo, es un paso del proceso investigador que hay que realizar de manera objetiva y honesta.
La premisa fundamental para una buena investigación es el conocimiento del tema. Ello es consecuencia de lecturas relacionadas con el estudio, fundamentalmente las mejores, que se encuentran en las revistas del área, indexadas conforme a los cánones de impacto y referencia. Quienes investigan conocen las publicaciones en las que se difunden los textos más relevantes de su área. Y con ello adquieren las claves de su campo de saber, teorías, corrientes, referentes, discusiones, estados del arte, aportaciones significativas… Y, también, discriminan aquellas otras en las que los criterios científicos no son tan transparentes, las contribuciones no tienen tanta relevancia o ninguna, y las normas son más laxas. Este conocimiento permite que el investigador/autor sea consciente del nivel de su trabajo. Y, en consecuencia, decida publicar en revistas de primer nivel, o no. Este ejercicio de humildad y honestidad investigadora es fundamental y ahorraría muchas frustraciones.
Para publicar es prioritario tener en cuenta el tema, el método de investigación utilizado, y el objeto del estudio o enfoque del trabajo. De esta manera, es relativamente fácil decidir dónde publicar si consideramos los objetivos y el alcance de la revista a la que nos hemos propuesto enviar.
El tema de la investigación, su novedad, a quién se dirige y la posibilidad de su obsolescencia condicionan también la elección. Si la revista elegida tiene un proceso de publicación dilatado, los temas novedosos y actuales pueden caducar. El tema del Covid ha puesto de manifiesto la carrera por publicar hallazgos importantes y cómo las revistas se han adaptado, incluyendo Calls específicos para aligerar el ritmo de estas publicaciones.
La normativa de la revista es otro indicador relevante para decidir si es una buena elección. A menudo se envían trabajos a las revistas que no cumplen los requisitos formales de las mismas. Ello da idea del desconocimiento del investigador de la revista en cuestión y, puede repercutir considerablemente en el trabajo (extensión citaciones, figuras, método, …).
El impacto de la revista es otro condicionante, aunquepara tomarlo en cuenta convienevalorar el alcance de la investigación realizada, y las posibilidades de que la revista seleccionada lo estime como aportación valiosa.
Por tanto, decidir dónde publicar es una tarea más del proceso investigador que implica rigor, sobre todo, la lectura de las revistas del ámbito, el conocimiento de la materia, la calidad de la investigación, y la honestidad de quien o quienes firman el trabajo para seleccionar una revista acorde con el nivel del mismo.
Considerar exclusivamente el impacto de la publicación, en el proceso final, es un error.
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https://doi.org/10.3916/escuela-de-autores-146
Tomado de Comunicar: Escuela de Autores con permiso de sus editores.