5 de noviembre de 2020

Calidad, rankings y competitividad: ¿reto, hastío o hartazgo?

Por Arturo Galán

Editor de Aula Magna 2.0. Editor Jefe de Bordón. Revista de Pedagogía. Facultad de Educación (UNED)

Palabras clave: BORDÓN, ranking, competición, editores de revistas, profesorado universitario

Los editores de revistas científicas españolas (y me remito a nuestro campo) llevamos bastantes años luchando por situar a nuestras revistas en las mayores cotas de calidad posible. Es suficiente con realizar una mirada retrospectiva en Scopus para tomar conciencia de los logros conseguidos: hemos pasado de que esté incluida en el índice de factor de impacto SJR una única revista en el cuarto cuartil (Q4) en el año 2000, 5 en 2005 (todas Q4), 17 en 2010 (todas Q3 y Q4), 29 en 2015 (2 Q1 y 2 Q2) a 61 revistas en la actualidad, en el último ranking publicado en 2019 (3 en Q1 y 12 en Q2). Esto sin contar las revistas españolas que son consideradas extranjeras al haber pasado a ser gestionadas por grandes editoriales anglosajonas u holandesas, tipo Elsevier o Taylor & Francis.

Esta lucha por competir a nivel internacional y hacer las cosas bien con los recursos “típicos” españoles (es decir, sin dinero, sin financiación, a coste cero o, lo que es lo mismo, a costa del desgaste personal, laboral y social de los equipos editoriales) tiene, en mi opinión, un mérito extraordinario. Poco a poco nos hemos ido haciendo profesionales del mundo editorial científico, hemos ido adquiriendo conocimientos y contactos, hemos ido corrigiendo y mejorando la seriedad, el rigor y la exigencia de la calidad de los artículos, hemos mejorado la revisión por pares, los tiempos de respuesta, la gestión de plataformas tipo OJS…, pero seguimos compitiendo en una gran desigualdad de condiciones frente a las grandes editoriales internacionales. Ya hemos analizado en otros documentos (Ruiz-Corbella et al., 2014; Diestro et al., 2017) que la mayoría de las entidades editoras de nuestras revistas son universidades, que tampoco están bien preparadas para dar el soporte personal, profesional y económico para la gestión de una revista científica. A pesar de nuestras mejoras, también mejoran nuestros grandes competidores con nuevas plataformas privadas de gestión de artículos, personal de soporte profesional, community managers, marketing, etc.

En este momento, un editor español llega a preguntarse hasta qué punto este enorme esfuerzo merece la pena, pues los equipos editoriales trabajan muy duro sin apenas ningún reconocimiento por parte de la administración, como ha quedado patente en la valoración de los sexenios de transferencia (aunque sea discutible, en puridad, que la edición científica sea transferencia, pero podría haber sido un gesto de reconocimiento). De este modo, los que llevamos ya más de un decenio en este mundo, estamos satisfechos de los logros alcanzados, pero también cansados, casi hartos, de afrontar año tras año y con los mismos recursos, las nuevas exigencias para seguir compitiendo (lenguajes de edición tipo XML, edición bilingüe, presencia en redes sociales, divulgación, formatos audiovisuales para mejorar la difusión, etc.). Es fácil imaginar la diferencia entre tener equipos profesionales para afrontar cada uno de estos aspectos, y encargarlo a profesores o a personal investigador en formación que tienen que ser autodidactas en un mundo editorial y marketiniano al que no pertenecen.

¿Por qué estamos aquí? Yo diría que, primero, por una buena intención de los responsables de la política universitaria: mejorar la calidad de la investigación y la competitividad internacional de España en las revistas de impacto. De alguna manera creo que tenemos un código deontológico oculto, que sentimos y actuamos de acuerdo a unos principios de seriedad y compromiso. Pero diría también que esto lo han conseguido con una herramienta bastante barata, los todopoderosos sexenios de investigación, y otra bastante cara, la ANECA y las agencias regionales de evaluación y acreditación. Segundo, por la inflación de artículos que ha producido esta política de evaluación de la producción científica que ha priorizado los artículos frente a otras formas de producción científica, cada vez en cuartiles más exigentes y en bases de datos más selectivas. Como buenos investigadores, el PDI español se ha adaptado, ante todo, a publicar, y los editores se han adaptado a la jungla de los rankings y las empresas privadas que nos indexan, nos cuentan las citas, nos controlan dónde y qué publicamos, nos dan puntitos para valorar lo que hacemos y nuestro impacto personal… el Gran Hermano académico… por favor, un poco de intimidad…


En esta jungla, se plantean también dilemas éticos a los editores de revistas de educación, especialmente a las generalistas. Por ejemplo, ¿mantenemos artículos de áreas de teoría, filosofía o historia, artículos de pensamiento, etc., que, aun siendo rigurosos, acaparan menos citas que los empíricos? ¿Nos ceñimos a temas, autores y metodologías que acaparan más citas potenciales? Estamos en la era de la cita y las estrategias editoriales y personales para ser citados, pareciera que nos quieren convertir en robots (por no decir en burros) que actúan por un premio (las zanahorias del sexenio y la acreditación) y que cuestiona la verdadera labor de la Academia.

Y yo me pregunto si esto es Ciencia o es puro marketing. Pues hay un poco de las dos cosas, y parece que los profesores de educación sabemos hacer Ciencia y sabemos editar revistas. A la vez, también es cierto que hemos dejado atrás revistas buenas con otras filosofías con las que hemos aprendido y diría que hasta enamorado de la profesión, y que estamos dando lugar a otros perfiles de nuevos docentes.

Recientemente estaba en un tribunal para contratar a un Profesor Ayudante Doctor y entrevistamos a los mejores candidatos. Y ya la auto-presentación de un candidato no tiene que ver con temas como el gusto por la docencia, por lo que estudia y su visión de la Universidad, con su disposición a colaborar en equipos para aportar y aprender… Ahora muchos de los candidatos se presentaron diciendo que contaban con xx JCR y xx Scopus, sabiendo que tienen los méritos para acreditarse y obtener sexenios. Pocos son los que se mantienen fieles a los perfiles originales, que disfrutan de la docencia y quieren seguir en ello, haciéndolo de la mejor forma posible, al tiempo, que corren en una competición paralela para tener esos otros méritos que se exigen para llegar a la meta de las acreditaciones. Lo que se sale de ahí (estudio, gestión universitaria como servicio) se considera una pérdida de tiempo. Menos mal que al menos podemos entrevistarlos y conocerlos -creo que tengo suerte, y lo agradezco al equipo que me acompaña-, además de leer sus CV, aunque tantos departamentos sigan contratando sin ver a los candidatos, sólo por papeles.

Mi opinión, y casi mi esperanza, pese a estar en este mundo, es que esta hipervaloración de los rankings y de los artículos de impacto disminuya y se ajuste a la vida de lo que siempre se ha considerado como un profesor universitario: estudiar, enseñar, investigar, transferir y dar servicio a la comunidad que le acoge (gestión). Está bien competir, es necesario y motivante, y competir internacionalmente. Pero esto no lo es todo, hay vida más allá del Q1 del JCR, es único y magnífico disfrutar de una buena clase, descubrir el asombro en los ojos de tus estudiantes, participar en una mejora de la gestión de tu institución, estudiar durante horas y días olvidados de la presión por publicar, y también colaborar unos con otros de una manera constructiva, recuperar aquellos tiempos de tertulia, asomarse a las escuelas como si fuese una ventana que más tarde traíamos a las facultades de educación, … volver a sentir que no somos cifras de números infinitos dentro de una aplicación cualquiera.

Referencias bibliográficas:

Diestro, A., Ruiz-Corbella, M. & Galán, A. (2017). Calidad editorial y científica en las revistas de educación. Tendencias y oportunidades en el contexto 2.0. Revista de Investigación Educativa, 35(1), 235-250.

Ruiz-Corbella, M., Galán, A. & Diestro, A. (2014). Las revistas científicas de educación en España: evolución y perspectivas de futuro. Relieve. Revista Electrónica de Investigación Y Evaluación Educativa, 20(2), 1-27.

Cómo citar esta entrada:

Galán, A. (2020). Calidad, rankings y competitividad: ¿reto, hastío o hartazgo? Aula Magna 2.0. [Blog]. Recuperado de: https://cuedespyd.hypotheses.org/8601

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Tomado de Aula Magna 2.0 con permiso de sus editores.