9 de marzo de 2025

LOS DEBATES SOBRE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL EN LA PUBLICACIÓN CIENTÍFICA

Lorenzo García Aretio
Director/Editor de RIED

José Luis García Boyé
Secretario Técnico de RIED


A lo largo del último año se ha intensificado el debate en diversos foros acerca del impacto de la inteligencia artificial (IA) en la publicación científica. Desde la RIED-Revista Iberoamericana de Educación a Distancia, queremos exponer nuestra postura, que coincide en muchos aspectos y discrepa en otros frente a planteamientos igualmente respetables que circulan públicamente. Este tema suele inquietar a numerosos editores de revistas científicas, conscientes de su responsabilidad en salvaguardar criterios rigurosos y exigencias de calidad para la publicación de los trabajos.

El foco real de las revistas científicas

Consideramos que el objetivo principal de una revista científica no es evaluar la capacidad, inteligencia o profesionalidad de un autor, sino difundir conocimiento y, sobre todo, contribuir a la construcción y avance del ámbito científico específico de la publicación No se trata de valorar si un texto fue escrito exclusivamente por un humano, sino de garantizar que los artículos aporten valor al conocimiento y que la exposición tenga calidad académica. En este sentido, la IA, al igual que otras herramientas (hojas de cálculo, programas estadísticos, traductores, etc.), puede mejorar la claridad y accesibilidad, sin restar mérito a los autores.

Objeciones más frecuentes y nuestra refutación

  1. “La IA puede generar plagio o textos sin sentido.”
    El problema no reside en la herramienta, sino en el contenido. Plagios y textos carentes de sentido han existido siempre, los genere una persona o una IA. Es fundamental perseguir el plagio, pero el aspecto clave es la rigurosidad, la novedad y los aportes científicos del artículo, no cómo fue escrito.
  2. “Depender de la IA para escribir un artículo demuestra una falta de competencias fundamentales.”
    Esta afirmación, a nuestro entender, resulta escasamente relevante. La función de las revistas científicas es publicar contenido original que impulse el conocimiento, no evaluar la habilidad de redacción de los autores. La labor del investigador es generar avances, y la IA puede ser una herramienta clave para transmitir esos aportes de manera más clara y accesible, aportando valor al contenido. En la actualidad, lo que sería una verdadera carencia de competencias básicas en autores que publican en revistas de prestigio, sería desconocer o no poder usar las herramientas de IA disponibles.
  3. “Los revisores no deben usar IA.”
    Esta afirmación resulta poco coherente y de escasa utilidad práctica. Si la IA puede mejorar y agilizar la revisión, prohibirla solo entorpece el proceso. Lo más sensato es establecer pautas para que los revisores combinen su experiencia y criterio con el apoyo, cuando así lo consideren, de la IA.
  4. “Las herramientas de detección de plagio pueden señalar un uso excesivo de IA.”
    Actualmente, estos sistemas no son muy confiables y presentan tasas de error elevadas, llegando a etiquetar como generados por IA textos escritos por humanos. Utilizarlas como criterio de rechazo representa un riesgo para la integridad del proceso editorial. Aunque con el tiempo se perfeccionarán, cada vez será más difícil determinar con exactitud qué partes fueron o no producidas con ayuda de la IA.

Uso transparente y responsabilidad de los autores

  • Declaración de uso de IA: A los autores debe exigírseles que detallen de forma clara y transparente el uso de IA en la metodología, del mismo modo que se reportan otras herramientas científicas. Es aconsejable describir por qué, para qué y en qué partes del trabajo se recurrió a la IA. No hay motivo para ocultarlo ni para penalizarlo.
  • Responsabilidad de los autores: En la actualidad, los autores humanos siguen siendo plenamente responsables del texto que presentan, con independencia de las herramientas utilizadas. Este punto debe quedar muy claro en los procesos de revisión y publicación.
  • Ética y verificación de datos: El uso de IA no exime a los autores de comprobar la veracidad de la información, la coherencia del discurso y la correcta citación de fuentes. La transparencia en la recolección y el análisis de datos, así como en la interpretación de resultados, sigue siendo innegociable.
  • Formación y alfabetización digital: Para aprovechar de forma efectiva y ética las tecnologías de IA, se recomienda la formación continua de autores y revisores. Una adecuada alfabetización digital permitirá integrar estas herramientas de manera responsable, impulsando la calidad y el rigor de los trabajos científicos.
  • Reducción de barreras idiomáticas: La IA puede ayudar a superar obstáculos lingüísticos, especialmente para aquellos investigadores que no dominan el idioma principal de la revista. Esta posibilidad fomenta la participación de un mayor número de autores y promueve la internacionalización del conocimiento.

Quizás se desvía el foco principal del debate

  • Evolución constante de la IA: La IA avanza con tanta rapidez que cualquier regulación rígida quedará obsoleta a corto plazo. Es prácticamente seguro que mañana la situación será distinta.
  • Producción casi íntegra con IA: Lo que hoy se percibe como una producción imperfecta de la IA, mañana podría realizarse con gran precisión. Es muy probable que veamos artículos generados (ideados, investigados y redactados) casi en su totalidad por IA; lo realmente trascendente será si esos trabajos generan realmente nuevo conocimiento.
  • Competencia actual: No saber usar IA constituye, en la actualidad, una clara carencia de competencias en el ámbito académico.

Conclusión: la IA no es el problema, es parte de la evolución

  • Más allá de la forma de redacción: No debería importar en exceso cómo o quién redacta un artículo, sino el aporte que ofrece al conocimiento científico.
  • Herramientas para la claridad: Cualquier recurso que facilite la generación y la exposición de ideas de forma clara y rigurosa es positivo. No debemos penalizar lo que puede mejorar nuestras investigaciones.
  • El presente, no el futuro: La IA no es simplemente el porvenir, sino el presente; adaptarse es la única opción viable para la academia.
  • La IA como aliada: Lejos de representar una amenaza, la IA puede convertirse en una valiosa aliada para potenciar la calidad de las publicaciones, agilizar los procesos de revisión y reducir barreras idiomáticas, siempre que se aplique con la transparencia y la responsabilidad necesarias.
  • Un nuevo paradigma: En este nuevo escenario, la ética, la formación continua y el uso responsable de la IA deben integrarse de manera natural en la práctica investigadora. Solo así lograremos que la ciencia evolucione y se democratice, impulsando la generación de conocimiento sólido, abierto y accesible a toda la comunidad académica.

RIED

Aprovechamos para señalar que, desde hace bastantes meses nuestra revista RIED insertó dentro de su normativa el siguiente texto:

El uso de herramientas de inteligencia artificial está permitido, siempre que se especifique claramente qué tipo de IA se ha utilizado, en qué partes del trabajo y con qué propósito. Esto debe indicarse en la sección de metodología o en el apartado correspondiente. El uso de IA no exime a los autores de la plena responsabilidad sobre el contenido, ni debe afectar la autenticidad o integridad científica del trabajo.

Nota. Esta entrada, en su redacción final, fue apoyada por IA