No se valida un modelo, se le toma el pulso. En el caso del ABPCL, ese pulso late en una asignatura transversal donde casi un millar de estudiantes ponen a prueba la promesa de los proyectos colaborativos en línea: no solo “hacer juntos”, sino aprender a coordinar ritmos asincrónicos, a negociar criterios y a sostener un trabajo común cuando la interacción ocurre tras pantallas y en horarios desalineados.
El estudio confirma la solidez del modelo y su transferibilidad académica y profesional, pero también dibuja, con datos y voces, los contornos de lo que requiere para desplegarse con plenitud: una secuenciación más fina de la comunicación asincrónica, una adaptación contextual de roles y actividades, y una presencia docente que no sustituye la autonomía, sino que la enmarca y la acompasa.
El valor pedagógico del ABPCL emerge en tres planos entrelazados.
- En el operativo, la gestión de la información digital y las rutinas de organización obtienen altas valoraciones, señal de que el andamiaje técnico, si es claro y estable, incrementa la calidad del trabajo colectivo.
- En el formativo, el modelo cataliza competencias difíciles de promover en escenarios individuales: empatía, corresponsabilidad, deliberación argumentada.
- Y en el profesional, su lógica es reconocida como transferible: planificar en común, negociar estándares, evaluar entre pares y resolver desacuerdos son prácticas del día a día en organizaciones distribuidas.
Con todo, la investigación advierte un punto ciego persistente en cualquier trabajo en equipo: la gestión de quienes no cumplen lo acordado, un reto que requiere protocolos explícitos, evaluación continua y espacios de reparación.
Para docentes e instituciones, la lección es pragmática: el éxito del ABPCL no depende de una suma de herramientas, sino de un diseño que alinee fases, roles y evaluación con las condiciones reales de cada estudio y de cada cohorte.
La mejora propuesta (secuenciar la asincronía, contextualizar las tareas al ámbito profesional y ajustar la arquitectura de roles) no altera la esencia del modelo; la hace más habitable. Así, la validación no es un punto final, sino un umbral: convierte al ABPCL en un marco robusto y perfeccionable para cultivar colaboración en red con criterios de calidad, equidad y sostenibilidad, allí donde el aprendizaje ya sucede entre tiempos, dispositivos y comunidades diversas.
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Cómo citar: Romero Carbonell, M., Romeu Fontanillas, T., Guitert Catasús, M., & Baztán Quemada, P. (2024). Validación del modelo ABPCL para el aprendizaje basado en proyectos colaborativos en línea. RIED-Revista Iberoamericana de Educación a Distancia, 27(2), 159–181. https://doi.org/10.5944/ried.27.2.39120
