No basta con encender la cámara para que exista encuentro pedagógico. Las videoconferencias sincrónicas, cuando se diseñan con intencionalidad tecnopedagógica, desplazan el foco del “estar conectados” al “estar involucrados”.
El estudio de Fuertes-Alpiste et al. (2023) muestra que combinar una sala virtual (p. ej., Bb Collaborate) con actividades interactivas (Nearpod) no solo incrementa la participación, sino que reconfigura el triángulo docente–estudiantes–contenido en tiempo real: la explicación deja de ser un monólogo y se convierte en una secuencia de ciclos breves de demostración, práctica y retroalimentación apoyados en analíticas inmediatas.
Esta arquitectura didáctica tiene implicaciones operativas y formativas concretas. Operativamente, la sesión se beneficia de microtareas de verificación (quizzes, tableros colaborativos, ejercicios breves) intercaladas con pausas reflexivas, lo que favorece el ritmo atencional y el ajuste fino “sobre la marcha” a partir de los datos que aporta la plataforma.
En el plano formativo, los estudiantes reconocen qué saben y qué necesitan reforzar (metacognición activada) y el docente adopta un rol de guía que modula la interacción y amplía explicaciones cuando los indicadores lo sugieren. La competencia digital docente opera aquí como palanca: no exige sofisticación técnica extrema, pero sí dominio del guion pedagógico, del tempo de la sesión y de la orquestación de herramientas sin convertirlas en fin en sí mismas.
Para docentes e instituciones, la lección es pragmática y transferible: las videoconferencias “interactivas” no son un formato, sino un diseño con tres llaves de entrada (secuenciación clara, variedad de interacciones y lectura activa de analíticas) que permite sostener la participación y el aprendizaje en entornos híbridos.
Las mejoras sugeridas por la evidencia son nítidas: reservar tiempos de acceso y cierre, reducir la concurrencia de plataformas, equilibrar tareas individuales y colaborativas, y planificar momentos de reconstrucción conceptual y debate. Así, la videoconferencia deja de ser un remedio coyuntural y se consolida como un dispositivo pedagógico afinable, capaz de articular calidad, inclusión y agencia estudiantil en el aula distribuida.
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Cómo citar: Fuertes-Alpiste, M., Molas-Castells, N., Martínez-Olmo, F., Rubio-Hurtado, M. J., & Galván Fernández, C. (2023). Videoconferencias interactivas en educación superior: una propuesta de mejora para el aprendizaje y la participación. RIED-Revista Iberoamericana de Educación a Distancia, 26(1), 265–285. https://doi.org/10.5944/ried.26.1.34012
