5 de noviembre de 2025

¿La creatividad se enseña o se habilita?

Una pista sencilla cambia toda la trama: cuando el entorno deja de obligar a “aprender la herramienta” y permite “usar la herramienta”, la creatividad se mueve. El artículo de Peralta Hernández y Tirado Segura narra esa mudanza con una lógica de taller: del wiki áspero en Moodle a los Documentos de Google con “slots”, del “ya se entenderán” a sesiones por Zoom con tutoría docente, y de guiones difusos a cuadros de tareas explícitos. 

La apuesta metodológica (investigación de diseño, cuatro iteraciones con 81 estudiantes) evita la nostalgia por la gran teoría y se concentra en un principio operativo: la creatividad colaborativa florece cuando hay familiaridad tecnológica, claridad de producto y tiempo compartido para negociar ideas. Los datos acompañan: aumentan las contribuciones registradas y mejora la creatividad percibida, con diferencias estadísticas que marcan distancia entre la primera y las últimas cohortes.

El mayor acierto del estudio es su mirada de “arquitecto de experiencia” más que de “evaluador externo”. No busca un “truco” para volver creativos a los estudiantes, sino un ensamblaje de condiciones: autonomía inicial (ideas individuales), visibilidad de aportes (slots), andamiaje docente en momentos clave (tutorías), y una coreografía de tareas que integra lo individual y lo colectivo. 

Además, complementa percepciones con trazas de actividad reales, historiales de edición, un gesto poco frecuente en trabajos sobre creatividad educativa. El resultado es un mapa de decisiones de diseño que cualquier docente puede trasladar a su contexto sin requerir infraestructura exótica.

Ahora bien, el trabajo también deja cabos para la siguiente ronda. La creatividad se mide sobre todo como “creatividad percibida” por los propios equipos; faltan juicios ciegos de expertos sobre los productos, rúbricas comparables o indicadores de originalidad y utilidad más finos. 

El cambio de herramientas coincide con una pandemia y con diferencias de composición por cohorte, lo que complica la atribución causal. Tampoco se sigue el rastro de la creatividad Pro-C más allá del curso. Aun así, la lección queda clara y accionable: en entornos virtuales, el diseño importa más que el brillo tecnológico; la creatividad no se invoca, se habilita.

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Cómo citar: Peralta Hernández, J., & Tirado Segura, F. (2023). Diseño de un entorno virtual de aprendizaje para promover la creatividad colaborativa en universitarios. RIED-Revista Iberoamericana de Educación a Distancia, 26(2), 175–197. https://doi.org/10.5944/ried.26.2.36209