Este artículo de Villalonga Pons, Besalú, Samà Camí y Sancho-Vinuesa abre una ventana muy concreta, pero muy reveladora, a la vida académica de los estudiantes de ingeniería que estudian matemáticas en línea siendo ya adultos. No se queda en declaraciones de principios sobre “aprendizaje autónomo”: se mete en los datos de 340 estudiantes de un curso propedéutico de matemáticas en la UOC y mira qué hacen realmente en el campus virtual, qué actividades resuelven, cuáles ignoran, cuánto participan en los foros y cómo eso se relaciona con sus resultados académicos.
El foco en actividades no evaluables (cuestionarios de práctica y “Retos” en el foro) es especialmente interesante, porque suele ser el territorio invisible del aprendizaje: aquello que el estudiante hace cuando nadie le obliga… o decide no hacer.
Mediante un análisis de clúster con K-means y una reducción de dimensiones por componentes principales, las autoras identifican tres perfiles de estudiante: eficiente, entregado y pasivo. Los eficientes, que son casi dos tercios del grupo, sacan buenas notas, usan bastante los cuestionarios de práctica, pero apenas participan en el foro ni en los Retos: optimizan su esfuerzo hacia lo que “cuenta” en la nota.
Los entregados son una minoría muy activa en todo: practican mucho, participan en el foro, se implican en los Retos y también obtienen buenos resultados. Los pasivos, en cambio, se conectan poco, apenas hacen práctica ni interactúan, y acaban con un rendimiento bajo. Estos patrones encajan muy bien con lo que se ha observado en estudios sobre MOOCs: una mayoría “lurker” que sigue el curso pero no interactúa, una minoría muy comprometida y un grupo que se queda a medio camino o abandona.
El mensaje de fondo es incómodo pero útil para el diseño docente: el sistema de evaluación y la gestión del tiempo pesan más que nuestras buenas intenciones pedagógicas. Las actividades no evaluables tienden a ser aprovechadas precisamente por quienes ya van bien encaminados (los “entregados”), mientras que el estudiantado que más necesitaría apoyo, los “pasivos”, es quien menos las usa.
El artículo, además de describir con rigor los perfiles y las variables que los componen, lanza una llamada clara: si queremos que las actividades de práctica y los foros sean algo más que “extra para los motivados”, hay que repensar diseño, tiempos y acompañamiento, con especial atención a ese grupo silencioso que corre más riesgo de quedarse fuera.
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Cómo citar: Villalonga Pons, J., Besalú, M., Samà Camí, A., & Sancho-Vinuesa, T. (2023). Estrategias de aprendizaje de estudiantes de ingeniería en línea. RIED-Revista Iberoamericana de Educación a Distancia, 26(2), 237–256. https://doi.org/10.5944/ried.26.2.36257
