17 de febrero de 2021

El modelo flipped classroom: un reto para una enseñanza centrada en el alumno

Escrito por Javier Tourón [i], Universidad Internacional de La Rioja

Palabras clave: Revista de Educación, flipped classroom, e-learning, tecnologías digitales, TIC, aprendizaje inverso, entornos virtuales

Las propuestas de cambios y mejoras en el sistema educativo se van sucediendo y haciendo patentes, con más intensidad, a medida que los desarrollos tecnológicos se presentan más accesibles por su coste y sencillez de funcionamiento, es cierto que no siempre basadas en evidencias. Acciones que hoy son comunes hace simplemente unas décadas eran impensables; la informática personal, recordemos, irrumpe en los años ochenta, aunque de modo bien rudimentario para los estándares actuales; los dispositivos móviles son de ayer, las posibilidades del e-learning o del aprendizaje móvil ya no tienen casi limites. Las circunstancias coyunturales que vivimos actualmente no han hecho sino catalizar este movimiento hacia el cambio y la mejora.

Pero no creo que se deba pensar que el cambio es necesario porque las circunstancias sanitarias lo exigen. El cambio es necesario porque la naturaleza de los resultados de aprendizaje que necesitamos son diversos a los de antaño. Ya no basta con saber o memorizar unos determinados contenidos por complejos que sean. Ahora es preciso, más que nunca, saber pensar con hondura y creatividad, desarrollar la capacidad crítica y la capacidad de resolución de problemas, saber trabajar en equipo, comunicar con efectividad, estar alfabetizado tecnológicamente, etc., sin que ello reste importancia al saber que ha de abrazar prioritariamente al saber hacer. Esta «nueva naturaleza» del aprendizaje no es posible con un modelo prioritariamente expositivo, centrado en el profesor, porque solo se aprende a hacer haciendo. Es el clásico learning by doing, que recuerda aquella otra máxima de Aristóteles (traducción libre): "para saber lo que queremos hacer, tenemos que hacer lo que queremos saber".

Las tecnologías digitales son nuevas, podríamos decir, y están en crecimiento exponencial, con tendencias que apuntan hacia el aprendizaje adaptativo, la inteligencia artificial, la analítica del aprendizaje, los entornos virtuales (inmersivos o no), holísticos, el desarrollo de recursos educativos abiertos cada vez más interactivos, multimedia y sofisticados, entre otros muchos (Horizon Report, 2020).

La tecnología educativa no lo es tanto; podemos mencionar algunos enfoques como el Mastery Learning, propuesto por Bloom en 1968 (Bloom, 1968; López, López, 2006); el aprendizaje basado en proyectos, problemas o retos (Schmidt, 2012; Cator & Nichols, 2008; Duch, Groh & Allen, 2001), el Just in Time Teaching [JITT] (Mazur, 1997) y otros muchos que tienen décadas de estudio e investigación a sus espaldas, con eficacia demostrada en muchos casos. En ocasiones han sido propuestos desde la reflexión pedagógica, otras desde la práctica educativa. Todos tienen, como reconocerá el lector, un denominador común: activar al alumno y hacer que éste pase de sujeto paciente de una tarea llevada a cabo prioritariamente por el profesor, a la de sujeto agente, protagonista de su propio aprendizaje. Por ello, con frecuencia, se denominan genéricamente bajo la etiqueta: metodologías activas, y se albergan bajo una concepción inductiva del aprendizaje (Tourón y Martín, 2018).

Pero, ¿qué ha cambiado en estos años? A mi juicio, que el desarrollo de la tecnología digital ahora hace posible la implantación de metodologías que, hasta el momento, eran difíciles de aplicar y escalar por procedimientos meramente analógicos. De este modo, pedagogía (o tecnología educativa, si se quiere) y tecnología digital: lo sustantivo y lo adjetivo en este proceso de aprender y enseñar, se imbrican para hacer posible la aparente utopía de la educación y el aprendizaje centrado en el alumno y no en el profesor. Del aprendizaje personalizado, en suma.

Este es el caso del monográfico que ahora presento, centrado en un enfoque, en un modelo o metaestrategia, si se quiere, que se ha denominado de maneras diversas en castellano; de dos formas, principalmente, en inglés: flipped learning o flipped classroom (ver https://flglobal.org/ y https://flippedlearning.org/).

Aprendizaje inverso, que «es un enfoque pedagógico en el que la instrucción directa se desplaza del espacio del aprendizaje en grupo al espacio del aprendizaje individual. Como resultado de ello, el espacio del grupo se transforma en un ambiente de aprendizaje dinámico e interactivo, en el que el educador guía a los estudiantes mientras estos aplican los conceptos y se implican creativamente en la materia» (https://flippedlearning.org/).


Así, los roles de ambos cambian; como dicen los sajones, el profesor deja de ser "the sage on the stage" para convertirse en "the guide on the side".

Este enfoque que aquí se revisa con algún detenimiento en los diversos trabajos que se incluyen, ha sido aplicado en diversos contextos, entornos y niveles educativos: presenciales, en línea, en espacios virtuales 3D no inmersivos, etc. En todos ellos se percibe un denominador común: una mayor implicación de los alumnos en su aprendizaje, más satisfacción, mejor motivación… en suma, una preferencia por la acción frente a la exposición.

Sin embargo, sería ingenuo, incluso pueril, a mi juicio, pensar que estos enfoques llamados activos deben reemplazar la exposición magistral y erudita de un experto, o el aprendizaje profundo que deviene del estudio como «la ocupación del entendimiento con los conceptos, la presencia de éstos en la conciencia» (Tourón, 2017). Entiendo que lo que hay que preguntarse, por ejemplo, es: lección magistral, ¿para qué? Es decir, que cada objetivo, cada resultado de aprendizaje, precisa de un determinado enfoque y ninguno de ellos puede arrogarse la capacidad de servir para promover eficazmente cualquier tipo de logro. Lo que quiero señalar es que debe buscarse la complementariedad de enfoques, adecuados a la diversidad de resultados que pretendemos. No se trata de enfrentar metodologías, sino de emplear cada una en aquello para lo que es más eficaz.

El lector tiene en estos trabajos que aquí se reúnen un panorama de acciones y resultados que esperamos les resulten inspiradores para mejorar el proceso de aprendizaje y enseñanza allá donde trabajen, y a buscar las mejores evidencias que consoliden prácticas educativas adecuadas a las necesidades de cada momento.

Referencias bibliográficas:

Cator, K. & Nichols, M.  (2008). Challenge Based Learning, A White Paper. Cupertino, CA: Apple, Inc. (PDF).

Duch, B. J., Groh, S. E, & Allen, D. E. (Eds.). (2001). The power of problem-based learning. Sterling, VA: Stylus.

Educause (2020). Horizon Report. Teaching and Learning Edition. Accesible en: https://library.educause.edu/-/media/files/library/2020/3/2020_horizon_report_pdf.pdf?la=en&hash=08A92C17998E8113BCB15DCA7BA1F467F303BA80

López, López, E. (2006). El Mastery Learning a la luz de la investigación educativa. Revista de Educación, 340, 625-666.

Mazur, E. (1997). Peer instruction: a user’s manual. Upper Saddle River: Prentice Hall.

Schmidt H.G. (2012) A Brief History of Problem-based Learning. In: O’Grady G., Yew E., Goh K., Schmidt H. (eds) One-Day, One-Problem. Springer, Singapore. https://doi.org/10.1007/978-981-4021-75-3_2

Tourón, J. (2017). El anti-intelectualismo en educación. ¿tiene consecuencias? Entrada de blog: https://www.javiertouron.es/el-antiintelectualismo-en/

Tourón, J. y Martín, D. (2018). Aprender y enseñar en la Universidad hoy. UNIR Editorial, Madrid.

Tourón, J.; Altarejos, F. y Repáraz, Ch. (1990). Los roles del profesor y del alumno en la enseñanza universitaria. Coloquio Internacional la Pedagogía Universitaria: un reto a la enseñanza superior. Barcelona, 17-19. Octubre.

Cómo citar esta entrada:

Tourón, J. (2021). El modelo flipped classroom: un reto para una enseñanza centrada en el alumno. Aula Magna 2.0. [Blog]. Recuperado de: https://cuedespyd.hypotheses.org/8934

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[i] Javier Tourón es vicerrector de Innovación y Desarrollo Educativo en la Universidad Internacional de La Rioja- UNIR y Catedrático de Métodos de Investigación y Diagnóstico en Educación.

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Tomado de Aula Magna 2.0 con permiso de sus editores.