Escrito por Ángel Hernando
Como ya indicábamos en una entrada anterior (https://bit.ly/30zSsNs) un artículo científico presenta una serie de características entre las que destacan:
– Ser original (comunicar por primera vez el resultado de una investigación, ya que este tiene como finalidad principal el compartir los resultados obtenidos, a través de la investigación realizada, con la comunidad científica de manera que estos puedan ser conocidos y contrastados), y aportar algo nuevo al campo temático de que esta trata.
– Los resultados tienen que ser válidos y fidedignos, pues han de estar escritos con un lenguaje claro y preciso (en ellos se debe exponer claramente toda la información necesaria que permita reproducir los resultados que se han encontrado).
– Y utilizar una metodología con instrumentos y procedimientos científicamente válidos con independencia de que esta sea cualitativa, cuantitativa o mixta.
Son muchos los tipos y formatos de artículo, pero para que podamos considerarlo científico ha de cumplir las características enumeradas previamente.
Del mismo modo, en una entrada previa del Club de Editores (https://bit.ly/3CAxB9Y) indicábamos la estructura que debe tener un artículo de investigación y el porqué de la necesidad de utilizarla. Presentábamos en él los que, de manera habitual, más se utilizan en las revistas científicas. El más extendido, IMRyD, consta de: Introducción, Material y Métodos, Resultados y Discusión, y los otros dos modelos que también son empleados son IRDyM (Introducción, Resultados, Discusión, Materiales y Métodos) y AIMRDA (Abstract, Introducción, Materiales y Métodos, Resultados y Discusión).
El artículo científico informa de los resultados de una investigación y ha de seguir, por tanto, una estructura normalizada de manuscrito científico, de acuerdo a un estándar de escritura científica, que es preciso seguir en todos sus aspectos, tanto en lo que respecta a la estructura como al contenido y referencias del manuscrito. Así exponemos un informe de investigación que sigue unas normas de escritura muy explicitadas dentro del mundo académico. Para ello, es preciso tener en cuenta si nuestro informe responde a la pregunta básica de cada apartado, es decir, si en la Introducción se da respuesta a la pregunta ¿cuál es el problema?, y el manuscrito está en relación con el conocimiento acumulado en ese ámbito. Si se puede verificar que en Método se contesta a la pregunta ¿cómo se ha estudiado el problema? y comprobar que se describe la Metodología empleada en la investigación, así como los tres sub-apartados: Muestra, Instrumentos y Procedimiento. Comprobar también que bajo el epígrafe de Resultados se responde a la pregunta ¿qué se encontró?, y se realiza una exposición clara y precisa de los resultados obtenidos mostrándose estos sin opiniones o interpretaciones. Por último, con respecto al último apartado, Discusión y Conclusiones, comprobar que respondemos a la pregunta ¿qué significado tiene lo que encontré?, y constatar que hemos realizado una interpretación de los resultados obtenidos y sus implicaciones, al tiempo que comparamos estos resultados con los revisados en investigaciones previas sobre el mismo tema, en tanto que situamos los hallazgos de nuestra investigación entre las ideas vigentes sobre lo investigado. Es preciso también comprobar que en las Conclusiones realizamos una recapitulación de los hallazgos más importantes encontrados y exponemos las Limitaciones de la investigación y las nuevas propuestas de investigación.
Para terminar, insistir en la importancia, en escritura científica, de seguir una estructura consensuada a la hora de elaborar nuestros artículos.
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Artículo tomado de Comunicar. Escuela de Autores con permiso de sus editores.